Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.551. FRACTAL DEL SALON DE LOS PASOS PERDIDOS / ANDRES TRAPIELLO


Prólogo

ESTA mañana tenía el Rastro esa grandeza de los días de invierno. Apenas había amanecido y ya estaban desplegándose los primeros puestos. Todas las cosas que iban extendiendo sobre la acera parecían oxidadas, chatarra, latón viejo; hasta los libros tenían algo de escombros. El cielo, empañado de frío, no se sabía todavía si iba a ser azul o gris, y desde Mira el Río se veían allá abajo, uno aquí, otro más allá, los vivacs encendidos. Son fuegos que meten en calderos de zinc o en bidones que cortan por la mitad y en los que hacen unos agujeros para que las llamas respiren. A veces queman una cómoda entera, con cajones y todo, o la pata de una consola que recuerda el cuello de un cisne. Alrededor hay siempre gitanos vestidos de punta en negro, muy elegantes, que parecen duques. El aire entonces se llena de un olor pestilente a barniz quemado o, por el contrario, huele a pino y a resma de papel, que se mezcla con el olorcillo a pan reciente que sale de dos tahonas que están casi juntas.

Luego X y yo, un poco cansados de hacer el zapador, hemos ido a tomar un café a uno de esos baruchos del Rastro que tienen en el escaparate tripas atadas a unos palos y cazuelas con callos fríos. Buscar libros hay que hacerlo en ayunas, como los verdugos.

El dueño no estaba. Nos ha servido una señora gorda que hacía bromas picantes con un buhonero que llevaba puesto un flamante anorak de slalom, de color rojo.


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