La verdad de la Patria, RS Ferlosio, p. 30
La cultura española no recuerda, pero anda loca por conmemorar. Una vez más, con una recurrencia que alcanza obstinación de pesadilla, se pide la traída a España de los restos de Machado. No sé cuándo se tendrá la delicadeza de recordar que no fue circunstancia fortuita ni trivial la que le llevó a dar con sus huesos en Colliure, y sobre todo que no debe su sepulcro a algún anónimo e indiferente azar administrativo, sino al personal impulso de piedad de una mujer francesa, y comprender que ni aquella última huella de su vida tiene por qué ser borrada ni tan tierno acto de hospitalidad postrera merece ser deshecho, sino perpetuado. Por lo demás, Colliure está tan cerca que la breve y grata excursión no viene más que a aumentar el incentivo y estimular el apetito para los fervorosos jubileos de la fauna necrófaga española. Pero lo último que se está urdiendo contra el descanso de aquellos pobres huesos es nada menos que confiar el encargo a una comisión constituida por la Real Academia y presidida por el Rey, con lo que la amenaza tocaría esta vez en dimensiones de homenaje nacional. Justo el gasto que estaba haciendo falta para aliviar el superávit del presupuesto de cultura! Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas.
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