La verdad de la patria, Ferlosio, p. 9
Puede que la de Rafael Sánchez
Ferlosio -la de los llamados «niños de la guerra»- sea la primera generación de
intelectuales y escritores españoles que se desentendió de España como patria.
La primera que no quiso saber nada de España como «problema», y a la que la
misma España ni le dolía ni le dejaba de doler, simplemente se la
repampinflaba.Así dicho, puede que esto suene demasiado chocante y hasta un
punto provocador, pero, hechas las correspondientes matizaciones, se ajusta
bastante bien a la realidad de los hechos. Educados y crecidos en el
franquismo, esos «niños de la guerra» padecieron en carne propia, durante sus
años de formación, la exaltación partidaria de la más rancia ideología nacional,
y fueron la primera generación para la que los símbolos y distintivos
patrióticos -la bandera y el himno, por supuesto, pero también Don Pelayo, el
Cid Campeador y Agustina de Aragón, el flamenco, la jota, los toros, el pasodoble,
la paella, todo el beaterio nacionalcatólico, El Escorial y hasta la mismísima
Giralda de Sevilla- quedaron indeleblemente impregnados de la refitolera
fraseología de un régimen autárquico, vengativo, zafio y anacrónico, entre cuyos
daños más prolongados se cuenta el quizá irreparable desapego de muchos
españoles respecto de todos esos símbolos y distintivos, y hasta de la misma
palabra «España», y la noción que de ella se desprende.
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