DF Wallace portátil, p. 437
15-8, 8.42 h. Cuarto viaje al
bario en tres horas. La evacuación puede ser una tarea complicada aquí. La
Feria tiene veintenas de retretes portátiles de la marca Midwest Pottyhouses colocados en lugares estratégicos. Los Midwest
Pottyhouses son cabinas de plástico individuales, reminiscentes de los pissoirs
parisinos pero también empleados claramente para el mumero deux. Todos los Midwest
Pottyhouses tienen su propio velo ondulante de moscas, además del clásico olor
a letrina muy usada y sin cisterna, y yo, la verdad, prefiero sucumbir a una
hernia que usar un Pottyhouse, aunque las colas para entrar en ellos son largas
y rubicundas. Los únicos lavabos de verdad están en los edificios grandes de exposiciones.
El del Coliseo es como el servicio de chicos de una escuela primaria, sobre
todo el largo urinario comunal, una especie de abrevadero enorme de porcelana.
La angustia por el tamaño, entre otras angustias, abunda aquí, con más de
veinte tíos rodeándote y enfrentados los unos a los otros, todos con la cosa
colgando. Todos los lavabos de caballeros tienen calefactores de aire caliente
en lugar de toallas de papel, lo cual quiere decir que uno no se puede lavar la
cara, y unos controles incomodísimos para los grifos que tienes que mantener apretados
todo el tiempo para que funcionen, lo cual quiere decir que cepillarse los
dientes es un ejercicio de contorsiones. El plato fuerte es ver a los
profesionales agrícolas del Medio Oeste forcejeando con sus tirantes y las
correas de sus petos cuando salen de los retretes.
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