Viva, Patrick Deville, p. 145
Trotski va a morir en el exilio,
por supuesto, este último testigo que se niega a callarse, amenazado por los
comunistas mexicanos y los fascistas sinarquistas, se lo huele. Pero todo
volverá a comenzar, para bien y para mal. Ya conocemos la frase de Bolívar: «El
que sirve una revolución ara en el mar.” La Revolución nunca se acaba. Dentro
de veinte años, Ernesto Guevara y la pequeña banda de los clandestinos cubanos emprenderán
en fila la ascensión del Popocatépetl, para endurecer sus cuerpos en la nieve y
reafirmar su solidaridad antes de embarcarse en el Granma. Dentro de cuarenta
años, los nuevos sandinistas derrocarán la dictadura somocista en Nicaragua.
Dentro de sesenta años, los nuevos zapatistas se sublevarán en el estado de Chiapas.
Las barquillas suben al cielo y descienden en cada revolución de la rueda de la
gran noria, que da vueltas tanto en el Volcán de Malcolm Lowry como por encima
de la Viena destruida de Graham Greene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario