«Preferiría sentarme a vender tortillas en el suelo
del mercado de Toluca, en lugar de asociarme a
esta mierda de "artistas" parisienses, que pasan horas calentándose
los valiosos traseros en los "cafés", hablan sin cesar acerca de la c
ul tura" , el arte, la "r evolución" , etcétera. Se creen los
dioses del mundo, sueñan con las tonterías más fantásticas y envenenan el aire
con teorías y más teorías que nunca se vuelven realidad.» Breton no tendrá
necesidad de excluir a Frida, como no la tuvo con Artaud. Su encuentro con lo
que queda de la pequeña banda de los surrealistas es una catástrofe. “A la
mañana siguiente no tienen nada que comer en sus casas porque ninguno de ellos
trabaja . Viven como parásitos, a costa del montón de viejas ricas que admiran su
"genio'' de artistas". Mierda y sólo mierda es lo que son. Nunca he
visto a Diego ni a ti perdiendo el tiempo con chismes estúpidos y discusiones
"intelectuales"; por eso ustedes sí son hombres de verdad y no unos
cochinos "artistas". ¡Carajo! Valió la pena venir sólo para ver por
qué Europa se está pudriendo y cómo toda esta gente, que no sirve para nada,
provoca el surgimiento de los Hitler y los Mussolini.»
Frida cae enferma, y su historia
médica es tan abundante que es preferible hospitalizada para hacerle exámenes. Es
admitida en el Hospital Americano, y es de nuevo Breton quien sale malparado.
«Me juego la cabeza a que adquirí las cochinas bacterias en casa de Breton. No
cienes ni idea de la mugre con la que vive esa gente, ni de los alimentos que
comen. Es algo increíble. No he visto nada igual en toda mi pinche vida”
En Ciudad de México, lo que
explota es la cólera de Rivera cuando se entera de que Breton le ha metido un sablazo
de doscientos dólares a Frida a la salida del hospital. Frida piensa en
adelantar la fecha de su embarque a bordo de ille-de-France y abandonar París
antes de la exposición. Sólo Marcel Duchamp, que había sido amigo de Cravan y
Mina Loy en Nueva York veinte años antes y que ahora le procura el apoyo que
necesita, merece ser eximido a sus ojos; es «el único que tiene los pies en la
tierra entre este montón de hijos de puta lunáticos y trastornados que son los
surrealistas». Finalmente, la inauguración de la exposición resulta una victoria
para ella. Sus obras son elogiadas por Joan Miró, Kandinski, Picasso yTanguy.
Antes de su partida, envía una carta a su amiga Ella Wolfe: «Un chisme: Diego
se peleó con la Cuarta y le dijo de manera muy enfática al "piochitas"
(Trotski) que se fuera al diablo. Les contaré las interioridades del caso.
Diego tiene toda la razón.» A su regreso a México tal y como ella se temía,
todo se desmorona con Diego Rivera y llega la ruptura. Ella se lo escribe a su
amante neoyorquino: «Querido Nick, no te pude escribir antes. Desde que te
fuiste, la situación con Diego ha empeorado y ya llegamos al final. Hace dos
semanas solicitamos el divorcio. No tengo palabras para describirte lo que he
sufrido. Tú sabes cuánto amo a Diego y comprenderás que estos problemas nunca
desaparecerán de mi vida.»
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