¡OH,
cuéntamelo todo
Anna Livia! Quiero saberlo todo
de Anna Livia. Porque sabéis quién es Anna Livia, ¿no? Claro que sí; todos sabemos quién es Anna Livia. Cuéntamelo todo; ahora mismo. Te va a dar algo cuando lo oigas. Ya sabes, cuando el viejo anduvo riorriendo, se mojó e hizo lo que hizo. Sí, ya lo sé, sigue. Que hay mucha ropa sucia que lavar; y no salpiques. Remángate y larga. Y no embistas -¡soo!- a! agacharte. Fuese lo que fuese lo que intentasen descubrir que les hiciera a aquellas dos en Phoenix Park, es un tipo de cuidado. ¡Fíjate en su camisa! ¡La de mierda que tiene! Como si me echase encima todo el albañal de Dublín. Como si se hubiese pasado toda la semana arrastrándose por el lecho del río. ¿Cuántas veces se la habré lavado? Me conozco de memoria todos los lugares donde le gusta ensuciarse, ¡el muy cerdo! Despellejándome las manos y matando el hambre para hacer presentables sus mudas. La paliza que hay que darle a todo esto para dejarlo limpio. Me arden las mullecas de tanto restregar las manchas. ¡Con niéperes de humedades y ganges del pecado! ¿Qué puñeta fue lo que ese anima sancta hizo junto al Sendai? ¿Y cuánto tiempo estuvo locknessao en la cangrí? Salió en los periódícos, ¡válgame!, el rey fierceas Humphrey, con todos los ulícitos detalles, punto por punto. Pero ni en una ciclopedia cabría todo. Si lo sabré yo. Que bien cierto que es: que el tiempo y la marea con todo hombre arrea. Y, tal andas, tal acabas. ¡ Menudo pendón! Meándose en el ayuntamiento y chuleando. La rive gauche was right et la rive droite sinistrous! ¡Vaya pinta! ¡Y lo que se pavoneaba! Y lo erguido que iba siempre, con la cabeza tan alta como el Howth, aquel famoso duque extranjero, con aquellos aires de grandeza que le inflaban la jiba
De FinnegansWake, p. 85
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