De Ensayos & Discursos de WF,
p.90-91
Permitidme repetirlo: no he leído
toda la obra de esta presente generación de escritores; todavía no he tenido
tiempo. Así que debo hablar sólo de los que conozco. Estoy pensando ahora en el que calificaría como el mejor: El
guardián entre el centeno de Salinger, quizá porque éste expresa completamente
lo que he intentado decir: un joven, dueño de su voluntad, que algún día será un hombre, más
inteligente que algunos y más sensible que la mayoría, que (él ni siquiera lo
habría denominado por instinto porque no sabía que lo poseía) porque quizá Dios
lo había puesto allí, amaba al hombre y deseaba ser parte de la condición humana, de la humanidad, que intentó
pertenecer a la raza humana y falló. Para mí, su tragedia no era que no fuese,
como quizá pensaba él, lo suficientemente duro o lo suficientemente valiente o lo suficientemente
digno para ser aceptado en la humanidad. Su tragedia era que cuando intentó
entrar en la raza humana, allí no había raza humana. No había nada que pudiera
hacer salvo zumbar, arrebatado e inviolado, dentro de las paredes de cristal de
su vaso hasta que, o bien lo dejase o bien, mediante su propio arrebatado zumbar,
se destruyese a sí mismo. Por supuesto
uno piensa inmediatamente en Huck Finn, otro joven dueño de su voluntad que
algún día pronto será un hombre. Pero en el caso de Huck todo contra lo que
tenía que combatir era su pequeño tamaño, que el tiempo lo curaría por él; en
algún momento sería tan grande como cualquier hombre con quien tuviera que
vérselas; e incluso tal como era, todo lo el daño que podía hacerle el mundo
adulto era despellejarle un poco la nariz; la humanidad, la raza humana, le
aceptaría y de hecho ya le estaba aceptando; lo único que tenía que hacer era
crecer en ella.
Éste es el dilema del joven
escritor tal como yo lo veo. No sólo el suyo, sino que todos nuestros problemas
consisten en salvar a la humanidad de ser desalmada como el semental o el
verraco o el toro son castrados; salvar al individuo del anonimato antes de que
sea demasiado tarde y se desvanezca la humanidad del animal denominado hombre.
Y quién mejor para salvar a la humanidad
que el escritor, el poeta, el artista, puesto que es quien más debería temer su
pérdida puesto que la humanidad del hombre es la sangre de la vida del artista.
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