León en el jardín, William Faulkner, p. 182
FAULKNER: Bueno, llevaba algún
tiempo escribiendo libros y disfrutándolo mucho, cuando un día se me ocurrió
que quizás se pudiera ganar algún dinero escribiendo. Así que pensé en la
historia de la que más convencido estaba que alguien estaría dispuesto a dar
dinero por ella, y la escribí. Se la envié al editor y me escribió a vuelta de
correo diciendo: «¡Cielo santo, no podemos publicar esto, acabaríamos los dos
en la cárcel!». Así que me olvidé de la historia y escribí otros dos libros, y
se publicaron. Un buen día, me llegaron por correo las galeradas de Santuario.
Habían pasado dos años. Me la leí y estaba muy mal escrita, lo había enfocado de
forma muy vulgar, El impulso que me había llevado a escribir el libro era tan
evidente en cada palabra, que me dije que no podía dejar que saliera así. Pero
ya habían hecho lo que llaman las planchas, la impresión metálica de la que
sacan el libro. La única forma de reescribirlo era destruir esas planchas y
hacer otras nuevas. El editor era joven también por entonces, acababa de
estrenarse en el negocio, y me dijo que no podía pagarlo. Yo le dije que no
podía publicarlo tal cual, pues sólo era un mal libro. Así que llegamos a un
acuerdo por el que pagaríamos a medias entre los dos el coste de hacer las
nuevas planchas de impresión. Mi parte eran 270 dólares y yo no disponía de 270
dólares en aquellos tiempos. Así que esa fue la primera lección que aprendí: a
no escribir con vulgaridad, a hacerlo siempre lo mejor posible. El libro se
publicó y se hizo muy popular, Fue la primera vez que gané un montón de dinero.
Y justo antes de que me pagara, el editor se declaró en bancarrota. Así que me
llevé mi merecido y aprendí otra lección, en adelante, cuando escribiera, lo
haría con toda la honestidad de la que fuera capaz, y es una lección por la que
estoy muy agradecido ahora. Así que ese libro, tal como ha quedado, es lo mejor
que pude hacer con él.
P: Señor Faulkner, le ruego que
me conceda la libertad de poner en tela de juicio lo que acaba de afirmar, No
puedo creer que estuviera mal escrito. A mi entender, y tal vez peque de
ingenuo, hay algo más profundo bajo la superficie. En mi opinión, tiene que ver
con la injusticia. Tal como está escrito, no puedo evitar sentir la injusticia
universal del [mundo]. Considere lo siguiente: el protagonista de la historia,
Popeye, muere, pero no por haber asesinado al policía, sino por otra razón, por
lo que no pude dejar de pensar en lo injusta que era la ley, ni dejar de
sentirme terriblemente impresionado por la injusticia del mundo. Y desde ese
punto de vista, la novela me estremeció.
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