Noches sin dormir, Elvira Lindo, p. 140
Tóibín resultó ser un encanto.
Generoso con Antonio y muy agudo literariamente, Tóibín tiene una peculiaridad
cómica, una sonrisa que rompe en risa cuando menos lo esperas y unos gestos
nerviosos, como de persona a la que asaltan varias ideas buenas a la vez y ha
de hacer un esfuerzo para seleccionar una. Mueve las manos muy expresivamente
dejando los dedos índice y corazón tiesos, lo cual le confiere un cierto aire
de marioneta.
Después de la charla, fuimos a
cenar al Pámpano, el mexicano aliado del Cervantes. Me gustó que se dejara
preguntar sin reservas y con alegría. Le pregunté por Brooklyn, su novela sobre
la muchacha irlandesa que emigra a Nueva York en los años cincuenta. Nos contó
que está basada en una historia que le había contado su madre. La sobrina de la
mujer que inspiró la historia se presentó en una de las charlas que ha dado
Tóibín estos días en Columbia, donde imparte clases de literatura durante un
semestre. El novelista siempre está expuesto a que le persigan sus personajes. Le
pregunté por The Master, su libro sobre Henry James, al que siguió, con sólo
seis meses de diferencia, el de David Lodge también sobre James, Author,Author. Una desafortunada casualidad
en la que salió perdiendo Lodge, por aquello de que su libro se publicó más
tarde y de que, aun siendo Lodge un novelista reputado e ingenioso, goza de
menos prestigio literario. Ya se sabe que haber escrito humor resta puntos. A
mí me gustaron las dos novelas, las leí una después de la otra, aunque es más
penetrante la de Tóibín, donde la homosexualidad de Henry James es una
sugerencia sutil que recorre todas sus páginas. Colm dijo: “La novela de Lodge
es buena. Yo me leí la suya, en cambio sé que él no se ha leído la mía”.
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