Patria, F Arambueru, p. 499
La caída
Entraron en una racha de ekintzas y si no hicieron más es porque tardaban en entregarles el material. Reclamaron:
¿Qué pasa? Y el enlace, de mal humor, les respondió que no eran los únicos. Les
falló un petardo de amonal al paso de un convoy de la Guardia Civil, que mira
que si llega a explotar vuelan picoletos hasta los tejados y ellos habrían
sumado muchos puntos dentro de la organización.
Le reventaron el comercio de
automóviles a uno del que decían que si esto, que si lo otro. ¿sería verdad? Da
lo mismo. Se lo reventaron. Y hasta hubo que evacuar el edificio. Un acraoo en
la sucursal de un banco les ayudó a mejorar sus finanzas, que ese sí que era un
problema. Vivían con menos de lo justo. Y ya tenían planeada hasta el último
detalle la ejecución de un policía jubilado cuando supieron que la dirección al
completo de ETA había sido capturada en una villa, casa, chalé o lo que fuera
de Bidart.
Desconcierto total. Aún más:
sensación de orfandad. ¿Qué hacer? Joxe Mari, preocupado, agorero, recordó que a Potros Je pillaron el
día de su detención una larga lista de militantes. A vers a estos inútiles los
han cogido también con todo el tinglado. Patxo advirtió:
-Yo al monte no vuelvo.
Decidieron esperar acontecimientos
y suspender las actividades hasta que no se aclarase la situación. Los tres
pasaban el día entero fuera del piso. Por precaución y por la insistencia de Joxe
Mari que veía agentes de paisano incluso en la forma de las nubes
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