Vineland, Thomas Pynchon, p. 165
-¿Qué es un tanatoide? Vale, en
realidad es una abreviatura de «personalidad tanatoide». «Tanatoide» significa
«como la muerte, sólo que distinto».
-¿Tú lo entiendes? -preguntó
Takeshi a LO.
-Por lo que yo sé, viven todos
juntos, en edificios de apartamentos tanatoides, o en casas tanatoides en
pueblos tanatoides. Vivienda modular y más bien poco amueblada, no tienen
muchos estéreos, cuadros, alfombras, muebles, chucherías, vajillas,
cuberterías, nada de eso, porque para qué preocuparse, ¿me equivoco, OB?
--Uh ee ahkhh uh akh uh Oomb
-dijo el chaval, con la boca llena de la comida de Takeshi.
-«Pero vemos mucha tele» -tradujo
LD. Mientras esperaban los datos necesarios para satisfacer sus necesidades y
cumplir sus objetivos entre los a6n vivos, los tanatoides pasaban al menos parte
de cada hora de vigilia coa un ojo en la tete.
-Jamás habrá una comedia
situacional tanatoide -predijo Ortho Bob, lleno de confianza-, porque lo único
que podrían enseñar serían escenas de tanatoides viendo la tele. Dependiendo de
lo desesperado que se sintiera el espectador de ese tipo de programas, incluso
aquello podría haber sido marginalmente interesante de no haber aprendido los tanatoides
recientemente, antes de la profusión ininterrumpida de vídeos, a limitarse
exclusivamente, como ya hacían en otras esferas, a las emociones que
contribuyeran a arreglar lo que les impidiera progresar hacia la condición
mortal. Entre esas emociones, constreñidos como estaban los tanatoides por la
historia y por las reglas del desequilibrio y la restauración a sentir poco más
que sus necesidades de venganza, la más común era con mucho el resentimiento.
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