De La noche de los tiempos, de Muñoz Molina, p. 235
Las heroínas de Henry James que despertaban su imaginación y a las que deseaba parecerse cuando tenía quince o dieciséis años heredaban fortunas que les permitían viajar solas por Europa: ahora su modelo de vida era la habitación propia de Virginia Woolf, la soledad emancipada de una mujer que gana un sueldo suficiente para no depender de nadie y cultivar sin miedo sus aficiones o su talento. Su madre no había tenido piano, pero tampoco habitación. En los cuartos estrechos se amontonaban las camas de los hijos y ella tenía que esperar a que todos se hubieran dormido para leer sus queridas novelas rusas o repasar en silencio las partituras descuadernadas que vinieron más de treinta años atrás en un baúl desde San Petersburgo.
1 comentario:
Ayer volví a ver La heredera que papelón hace Olivia de Havilland.
Felices Fiestas.
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