Te quiero más que a la salvación de mi alma
INCIPIT 97. LA FORMULA PREFERIDA DEL PROFESOR / YOKO OGAWA
Mi hijo y yo le llamábamos profesor. Y el profesor llamaba a mi hijo «Root», porque su coronilla era tan plana como el signo de la raíz cuadrada.
-Vaya, vaya. Parece que aquí debajo hay un corazón bastante inteligente —había dicho el profesor mientras le acariciaba la cabeza sin preocuparse de que se le despeinara.
Mi hijo, que llevaba siempre una gorra para que sus amigos no se burlasen de él, metió la cabeza entre los hombros, a la defensiva.
-Utilizándolo, se puede dar una verdadera identidad a los números infinitos, así como a los imaginarios.
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