Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

Los fans


Las palabras justas, Milena Busquets, p. 27

Son adorables, siempre traen algún regalito, chocolate, galletas, un libro (suyo, aunque siempre he pensado que regalar un libro que has escrito tú no es propiamente hacer un regalo, es un poco como plantificarle un beso en la boca a alguien que no te lo ha pedido, da un poco de vergüenza ajena, es un poco embarazoso y deshonesto, mucho mejor regalar un libro de otro, de Dostoievski, por ejemplo), una flor. Están el tiempo justo, suelen mostrarse tímidos y encantadores, sonríen como niños y como si te conociesen de toda la vida, a veces se emocionan y acabáis llorando los dos (es mucho más contagioso el llanto que la risa). No intentan ligar. Sant Jordi y las demás ferias del libro no se prestan a ligar, no conozco casi ningún caso de escritor o de escritora que haya ligado en Sant Jordi. Desgraciadamente, no puedo dar consejos a los lectores o las lectoras que estén enamorados de un autor. Nunca me he enamorado de ninguno, ignoro cómo se les seduce. Pero de todos modos ya se sabe que, escritor o no, hay gente que sencillamente no es seducible, igual que hay gente que no tiene ritmo. A mí nunca se me ocurriría la idea de seducir a un escritor: si tuviese menos talento que yo, no podría amarle, y si tuviese más, tampoco.


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