CAYÓ DEL CIELO
Troya. El reino más maravilloso
del mundo. La joya del Egeo. La rutilante Ilión, la ciudad que se elevó y cayó
no una, sino dos veces. Guardiana de las entradas y salidas del bárbaro Oriente.
Reino de oro y de caballos. Cuna extrema de profetas, príncipes, héroes,
guerreros y poetas. Bajo la protección de ARES, ARTEMISA, APOLO y AFRODITA, se
mantuvo durante años como modelo de cuanto se puede lograr en las artes de la guerra
y de la paz, del comercio y los tratados, del amor y el arte, en la destreza de
gobernar, en la devoción y la armonía civil. Cuando cayó se abrió un agujero en
el mundo humano que tal vez nunca llegue a colmarse si no es por medio de la memoria.
Los poetas han de cantar su historia una y otra vez, transmitiéndola de
generación en generación, si no queremos perder una parte de nosotros mismos
con la pérdida de Troya.
Para comprender el final de
Troya, tenemos que entender su comienzo. El contexto de nuestra historia tiene
muchos giros y vueltas. Entran y salen multitud de nombres de sitios, personalidades
y familias. No es necesario recordar cada nombre, Ni todas las relaciones de
sangre y matrimonio, ni todos los reinos y provincias. La historia emerge, y os
prometo que los nombres importantes se os quedarán.
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