Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

EL JUICIO DE PARIS


Troya, Stephen Fry, p. 68

París miró hacia la segunda diosa, que ahora se le acercó con una sonrisa grave en los labios. En la superficie del escudo que portaba (por medio de un artificio que no comprendía) distinguió la expresión furiosa y aterrorizada de Medusa. Solo con la égida ya supo que la diosa que tenía delante era Palas Atenea, y sus palabras confirmaron su convencimiento:

-Regálame la manzana, París, y yo te daré algo más que poderes y principados. Te ofrezco sabiduría. Con la sabiduría viene todo lo demás: riquezas y poder, si quieres; paz y felicidad, si quieres. Penetrarás en el corazón de los hombres y las mujeres, en los rincones más oscuros del cosmos y hasta en los comportamientos de los inmortales. La sabiduría te garantizará un nombre que jamás desaparecerá de la tierra. Cuando todas las ciudadelas y los palacios de los poderosos hayan quedado reducidos a polvo, tu conocimiento y tu dominio de las artes de la guerra, la paz y el pensamiento mismo elevarán el nombre de París más allá de las estrellas. El poder de la mente parte la lanza más poderosa.

«Bueno, menos mal que no le di directamente la manzana a Hera, porque aquí tenemos a la ganadora entre las ganadoras. Tiene razón. Por supuesto que la tiene. La sabiduría primero, y el poder y las riquezas vendrían a continuación, sin duda -pensó París-. Además, ¿de qué sirve el poder sin intuición ni inteligencia? La manzana debía quedársela Atenea.»


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