Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

GIDE Y PROUST


Monsieur Proust, Celéste Albaret, p. 325

-He visto el paquete antes y después, Céleste -me decía-. Y estoy completamente seguro de que volvió intacto, tal como yo lo había enviado. Por muy artista que uno sea, deshacer un tipo de nudo tan especial como el que hace Nicolas, y repetirlo luego exactamente igual, y además en el mismo punto, reconocerá usted que es muy difícil, o incluso simplemente imposible. También Nicolas estaba seguro de que no se había deshecho el nudo.

A monsieur Proust le divertía mucho la historia. Siempre se reía cuando me la contaba, y lo hacía con gran sentido del humor. Me decía:

-Como el manuscrito era grueso y pesado, Nicolas fue a buscar papel muy fuerte a la librería de abajo. ¡ Y cuando pienso en todo lo que se esforzó con el nudo del cordón ... !

En cualquier caso, siempre estuvo convencido de que el rechazo de André Gide obedecía a un prejuicio, debido a que, precisamente porque había conocido a monsieur Proust en los salones y había seguido oyendo hablar de él en esos medios, le había clasificado de antemano como un «dandy mundano», sin ni siquiera tomarse la molestia de leer el libro.

-Me juzgó de acuerdo con la idea que se había formado de mi vida, de mis hábitos mundanos. Mi camelia en el ojal seguramente les había incitado a él y a sus amigos a pensar que yo era un inútil -me decía monsieur Proust, con los ojos centelleantes de ironía.

Pero nunca, ni siquiera en los inicios de mi vida a su lado y en sus primeras confidencias, cuando el recuerdo era más o menos reciente, hizo alusión a ello con el menor rastro de acrimonia, rencor o despecho, ni siquiera para decirme que, a fin de cuentas, si Gide oía hablar de él en los medios mundanos era porque también los frecuentaba y quizá fuera tan «dandy» como él.


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