Fin, KO Knausgard, p.154
El nazismo fue el último gran
movimiento político utópico que ha existido, y el que resultara destructivo en
casi todos los sentidos ha hecho que todo pensamiento utópico posterior sea
problemático, por no decir imposible, no sólo en la política, sino también en
el arte, y como el arte en su esencia es utópico, desde entonces está en
crisis, es decir, siempre está haciendo examen de conciencia, siempre resulta
sospechoso, algo que muestra la novela de Handke y casi todas las novelas
escritas por autores de su generación. ¿Cómo representar la realidad sin conferirle
algo que no tiene? ¿Qué es lo que «tiene» y no «tiene»? ¿Qué es real, qué es
no-real? ¿Dónde está el límite entre lo escenificado y lo no escenificado?
¿Existe tal límite? ¿El mundo es algo más que las ideas que tenemos de él? La
lengua no tiene vida en sí, no está viva por sí misma, la evoca, y la verdadera
escena original, la base de la literatura creadora, se encuentra en la Odisea,
cuando Odisea y su tripulación atracan en el río Océano, después de haber
estado visitando a Circe, y Odisea invoca a los muertos en la playa. La sangre
corre oscura dentro del agujero y las almas muertas empiezan a reunirse
alrededor. Odiseo ve chicas jóvenes vestidas de novia, jóvenes guerreros con
armaduras ensangrentadas y hombres viejos, sus gritos son aterradores, el miedo
lo invade. El primero al que identifica es a Elpénor, que murió en el palacio
de Circe y no fue enterrado. Cuenta su historia que se emborrachó, se cayó del
tejado, se rompió el cuello y murió. El siguiente con quien habla Odiseo es
Tiresias, el adivino que presagia el futuro, y luego está su propia madre, que
bebe sangre y reconoce a su hijo y cuenta cómo murió. Odisea quiere abrazarla,
se acerca tres veces a ella, tres veces ella huye de él, como un sueño o una
sombra. Cuenta que los tendones ya no mantienen unidos la carne y los huesos,
la pira funeraria ha convertido su cuerpo en cenizas, lo único que queda es el alma,
que ondea por todas partes. La literatura invoca al mundo como Odisea invoca a
los muertos, y sea cual sea la manera de hacerlo, la distancia es siempre
insalvable y las historias son siempre las mismas. Un hijo pierde a su madre
hace tres mil años, un hijo pierde a su madre hace cuarenta años. El que una
historia sea ficción y la otra realidad no cambia el parecido fundamental,
ambas surgen del lenguaje, y con esa perspectiva, todos los esfuerzos por parte
de Handke de evitar lo literario son en vano, no hay nada en su descripción de
la realidad que sea más real que la de Homero. Pero tampoco es eso lo que
busca.
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