Patria, Fernado Arambueru, p. 348
-El nuestro ha sido un pueblo
emprendedor, aventurero, de hombres valientes y piadosos. Hemos trabajado la
madera, la piedra, el hierro, y hemos andado por todos los mares; pero desgraciadamente,
en el curso de los siglos, los vascos no hemos prestado suficiente atención a
las letras. ¿Qué te puedo yo decir a ti que tú no sepas? Tú, que según tengo
entendido, eres un gran lector y, por lo que ahora sabemos, un poeta.
Gorka asentía cohibido. Enfrente,
un espejo de pared, junto al colgador de las casullas, le devolvía su imagen
espigada, su nariz un poco (bastante) aplastada. El cura, a lo suyo.
-Dios te ha concedido talento y
vocación, y yo, hijo mío, en su nombre te pido que seas disciplinado y pongas
tus capacidades al servicio de nuestro pueblo. Es esta una tarea que atañe muy
especialmente a los jóvenes que ahora empezáis a escribir. Tenéis energía,
tenéis salud y un largo futuro por delante. (Quién mejor que vosotros puede dar
forma a una literatura que se convierta en el pilar central de la salvaguarda
de nuestra lengua? ¿Entiendes lo que te digo?
-Claro.
-El euskera, alma de los vascos,
necesita apoyarse en una literatura propia. Novelas, teatro, poesía. Todo eso.
No basta que los niños vayan a la ikastola, que los padres les hablen y canten
en euskera. Son más necesarios que nunca unos grandes escritores que lleven el
idioma a su máximo esplendor. Un Shakespeare, un Cervantes, en euskera, eso sí
que sería maravilloso. ¿Te imaginas?
Gorka se vio a sí mismo en el
espejo, asintiendo.
-iAy, este entusiasmo mío! Lo que
quería decirte es que sigas formándote y escribiendo, para que nuestro pueblo
construya una cultura también por medio de tus manos. Cuando tú escribas es
Euskal Herria la que, desde dentro de ti, escribe. Y a sabemos que esta es una
responsabilidad mayúscula, quizá demasiado grande por ahora para un hombre
todavía joven e inexperto como tú. Pero es una misión, créeme, hermosa, muy hermosa,
y en estos momentos de nuestra historia, lo digo sin temor a exagerar, sagrada.
Tienes mi bendición, Gorka. Si te aprieta alguna necesidad, no importa de qué
tipo, no dudes en visitarme. En todo momento se te echará una mano para que puedas
dedicarte con intensidad al noble oficio de escribir.