De Cartas de Italia, de Josep Pla (Destino, 2011, p.93)
Recién levantados, sentíamos en el estómago un vacío espectral. Pero hete aquí que asomábamos la cabeza por la ventana y veíamos aquellos arcos del puente reflejados en el agua clara que nos recordaban que a cuatro pasos de nuestros dolores Beatriz se había aparecido al Dante. Era de pies a cabeza Beatriz vestida de campesina medieval:
Sopra candido vel, cinta d'oliva,
Donna m'aparve salto vertk manto
Vestita di color di fiamma viva ...
¿De campesina medieval? -se preguntarán-o Yo sospecho que sí. Es un poco difícil de imaginar; claro, pero aún es más difícil suponer que se le apareció vestida de campesina del Casino de París. Reconozco que esto es lamentable y que en el nacimiento de esta señorita hubo un error de fecha.
Olvidábamos entonces las calamidades del momento y el hambre se nos disipaba al instante. La juventud es el tiempo de los milagros ... Con el Vasari bajo el brazo íbamos a recorrer conventos y claustros. Si llovía, en la biblioteca de los Uffizi nos dejaban leer los escritos de Leonardo. Cuando nos cansábamos salíamos a la Loggia della Signoria: el Palazzo Vecchio estaba ante nuestros ojos. Eramos casi felices.
Sin embargo, en aquella época nos hubiera sido un poco difícil explicar con cierta claridad por qué nos gustaba tanto Florencia. ¿Por qué nos gustaba tanto? Hablando con objetividad. Florencia es una ciudad provinciana. Totalmente provinciana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario