Es una mujer y está muerta.
Está tirada en el suelo del salón-comedor de su domicilio.
Boca arriba.
«Decúbito supino», como será descrita en el proceso.
Es pequeña.
Tiene los dientes negros, por el tabaco, y amarillos, por el alcohol.
Tiene los ojos cerrados.
Su asesino se los ha cerrado.
Quizá.
Cerrar los ojos de la víctima es señal de conocimiento entre el verdugo y la víctima.
La evidencia de que el verdugo se niega a considerarse culpable.
La prohibición que impone el verdugo a la víctima.
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