Truman Capote, George Plimpton, p. 163
JACK CLAYTON. Soy una de las
pocas personas que no pertenece a esa camarilla que piensa que La burla del
diablo es una obra maestra. La vi con gusto, pero solo con el gusto que puede
proporcionar una cosa de ese tipo. Es una película que no debería haberse
hecho.
JOHN HUSTON. Pero después Jack
Clayton le regaló un bulldog que le encantó. Truman había comentado que le gustaba
mucho esa raza de perros y a mí no me sorprende en absoluto, porque, como digo,
el propio Truman era un poco bulldog.
LAUREN BACALL (actriz). Se cruzó
en mi vida despuésde La burla del diablo. Yo había estado rodando Cómo casarse
con un millonario en California y cuando terminé, me reuní con Bogie en
Londres. Me habló de Truman. «Cuando te lo presenten, vas a pensar que no es un
ser real. Y al cabo de un rato, cuando lo conozcas un poco, vas a querer
metértelo en el bolsillo y llevártelo a casa». Me dijo que no había visto a
nadie que trabajara más y más duro que Truman. En aquella época lo hacía sin
descanso. Al final, lo conocí cuando vino a California. Vino a casa. Y, por
supuesto, no me lo podía creer. Aquella vocecilla: «Hola, querida». Era
totalmente contagioso, con su increíble inteligencia y su ingenio. Esto fue
antes de que ocurriera toda aquella mierda. Tuvimos una gran amistad. Truman adoraba
a Bogie. La pareja más improbable del mundo eran Bogart y Truman Capote.
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