Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

TOLSTOI


Los lobos del bosque de la eternidad, KO Knausgard, p. 745

Menuda historia. Todos llevamos nuestra muerte dentro, escribe Rilke. Los niños, una muerte pequeña; los viejos, una más grande. Y todos tenemos nuestra propia muerte. Tolstói murió huyendo de su vida, totalmente expuesto al ojo público. Fue una muerte que le vino a la perfección, casi demasiado buena para ser verdad. Si uno lee la obra de Tolstói, sus diarios (opino que hay que leerlos), novelas, cuentos y escritos religiosos, él se presenta casi más como un lugar, un lugar donde confluyen las mayores contradicciones, que como un ser humano. O más humano que la mayoría. Ajmátova no le tenía mucho aprecio; le comentó a Isaiah Berlín que la moralidad de Anna Karénina era la de la mujer de Tostói y sus tías moscovitas. ¿Por qué tuvo que morir Anna Karénina? La castiga la misma sociedad cuya hipocresía Tolstói nunca se cansó de denunciar. Tolstói mintió, sabía la verdad, pero cedió a la presión del conformismo. «Cuando estaba felizmente casado escribió Guerra y paz, que celebra la vida familiar. Cuando empezó a odiar a Sofía Andréyevna, de la que no quería divorciarse porque el divorcio estaba mal visto por la alta sociedad y quizá también por los campesinos, escribió Anna Karénina y la castigó por dejar a Karenin. Cuando envejeció y ya no deseaba con el mismo ardor a las jóvenes campesinas, escribió La sonata a Kreutzer y prohibió por completo el sexo.»


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