1 La mujer es la primera en causarle problemas, seguida pronto por el hombre.
2 Al principio tiene una idea
perfectamente clara de quién es la mujer. Es alta y grácil; según los
estándares convencionales, acaso no sea calificable como una belleza, pero sus
rasgos -cabello y ojos oscuros, pómulos marcados, boca prominente- son
llamativos y su voz, en leve contralto, tiene un suave poder de atracción.
¿Sexy? No, no es sexy, y sin dudas no es seductora. Es posible que haya sido
sexy cuando era joven -¿cómo no haberlo sido con semejante figura? Pero ahora,
con sus cuarenta y tantos, practica un cierto aire de lejanía. Camina -esto se
nota especialmente- sin balancear las caderas, deslizándose sobre el suelo de
manera muy recta, casi noble. Así resumiría él su aspecto exterior. En lo
referente a ella misma, a su alma, habrá
tiempo para que esto se devele. De una cosa está convencido: ella es una buena
persona, amable, amigable.
3 El hombre es más problemático.
En la idea, como queda dicho, resulta perfectamente claro. Es polaco, ronda los
setenta, unos setentas vigorosos, es un pianista conocido como intérprete de
Chopin, pero un intérprete controvertido: su Chopin no es nada romántico
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