Fin de semana en Nueva York, Josep Pla, p. 163
Estos pintores, escritores e
intelectuales de esta parte del mundo son furiosamente antiamericanos hasta
tanto no les compran un cuadro en Nueva York o no traducen su novela o no les
invitan a dar unas conferencias. Los Estados Unidos son muy ricos y,
precisamente porque lo son, tienen ya, tendrán en el futuro, una vida
intelectual potentísima. La vida intelectual en la pobreza es inconcebible.
Es muy posible que las personas
dotadas de reflexión y de observación que en otras épocas se dedicaron, en este
continente, a crear las maravillas que este continente, a pesar del instinto
suicida que ha demostrado tener, contiene todavía, trabajen hoy en los
laboratorios y centros de investigación de los Estados Unidos. El sentido de la
corriente ha cambiado. Se vive hoy por otros conceptos. El cúmulo de reflexiones
que subvenciona hoy la industria americana es de un volumen formidable.
Se suele presentar a los Estados
Unidos como el país del reclamo, del anuncio, de la propaganda frenética. Pero
ésta es una visión parcial de las cosas, y en este punto también me habían
engañado. Aliado de toda esta actividad propagandística hay la otra parte: el
laboratorio, la investigación, la ciencia. Un diferente grado de riqueza, una
concepción distinta de la eficacia hacen que no puedan ser parangonados estos
continentes en este aspecto. Pero aunque la base sea distinta, hay un factor
que no puede ser olvidado: en Europa, además de la pobreza, hay un factor de
pereza mental, de desidia, de petulancia, de ignorancia, que hace que entre los
Estados Unidos y algunos países de aquí el abismo sea insondable. Una vez aquí,
se tiene la sensación de que en estos países la pereza mental es cultivada y
fomentada deliberadamente.
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