Mi primer encontronazo con la
fama no fue precisamente memorable. Yo era ayudante de camarero en Marx's Deli.
El año era 1934. El local estaba en el centro de Los Ángeles, en el cruce de
las calles Tercera y Hill. Tenía veintiún años. vivía en un mundo que limitaba
al oeste con el barrio de Bunker HiII, al este con Los Angeles Street, al sur con
Pershing Square y al norte con el Civic Center. Yo era un mozo sin parangón,
tenía empuje y mucho estilo para el Oficio, y aunque el salario era de hambre (un dólar al
día más las comidas) llamaba mucho la atención mientras volaba de mesa en mesa,
con una bandeja en la mano, ganándome las sonrisas de los clientes. Pero podía
ofrecer al jefe algo más que mis dotes de camarero, ya que también era
escritor. El hecho se hizo público un día que un fotógrafo borracho de Los
Angeús Times se sentó a la barra y me hizo varias fotografías mientras yo
servía a una clienta que me contemplaba con admiración. Al día siguiente la
foto apareció en el Times con un artículo. Hablaba de la lucha y el triunfo del
joven Arturo Bandini. un muchacho de Colorado, ambicioso y muy trabajador, que
había irrumpido en el difícil mundo de las revistas colocando su primer cuento
en The American Phoenix
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