De El adversario, de Emmanuel
Carrère, p.47
Forjó un sueño de ascenso social
que su condición de buen alumno convertía en totalmente razonable, que muy bien podía
realizarse si llegaba a ser médico, y experimentó, como cualquier persona
sensible que sube por encima de la gente de su medio, la pesadumbre de
traicionar a los suyos, aun colmando sus esperanzas más queridas. Sabía que
sería una decepción enorme para mi padre,
dice, pero no parece que su padre estuviera decepcionado en absoluto: un poco inquieto al principio y
luego, muy pronto, ingenuamente orgulloso de los éxitos de su hijo.
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