Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

BENETIANA

De Gente del libro, de Hipólito Escolar, p. 170-171
En la entrada en la Academia de Castillo y Femández Santos se interpuso Juan Benet, íngeniero de caminos, alto y estirado, muy protegido en ciertos ambientes, con el que sólo en ocasiones   he cambiado unas palabras y de cuyas obras únicamente he podido leer las primeras páginas. Juan Ignacio Uriol, que había compartido con él banco en la Escuela de Ingenieros, me  preguntó por sus méritos literarios. Le dije que no era mal escritor y que, aunque no conectaría con el  público, iba a tener una cierta popularidad proporcionada por los amigos. Estos eran tan influyentes que una comisión de académicos visitó a Jesús Femández Santos pidiéndole que   retirara su candidatura a favor de Benet y garantizándole  que entraría en la siguiente  convocatoria. La justificación era peregrina. Benet tenía fama de invertido y algunos  académicos sentían escrúpulos en votarle porque, se decía, estaban entrando muchos   invertidos en la Academia. Jesús no renunció, Castillo no retiró su candidatura y no salió nínguno de los tres.

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