De Más afuera de Jonathan
Franzen, p. 137-138
La tercera pregunta es: He leído
una entrevista a un autor que dice que, mientras escribe una novela, llegado un
punto los personajes «asumen el control» y le indican qué hacer. ¿A usted también
le ocurre?
Ésta siempre me sube la tensión.
Nadie la contestó mejor que Nabokov en su entrevista en Paris Review, donde señaló
a E.M. Forster como origen del mito sobre la «toma de control" por parte
de los personajes. Afirmó que, a diferencia de Forster, que dejaba que sus personajes se fueran por su cuenta en su Pasaje a la India, él
hacía trabajar a los suyos como
«galeotes». Obviamente, la pregunta también le subía la tensión a Nabokov.
Cuando un escritor hace una
afirmación como la de Forster, lo mejor es pensar que se ha equivocado. Más a menudo, por desgracia,
percibo un tuflllo de autoengrandecimiento, como si el autor intentara
distanciar su obra de la elaboración mecanicista de la trama, propia de las novelas de género. Querría hacernos creer
que, a diferencia de lo que ocurre con esos escritorzuelos que pueden decirnos por adelantado
cómo acabarán sus libros, su propia imaginación
es tan poderosa y sus personajes tan reales y vívidos que no posee control
sobre ellos. También aquí es mejor pensar que no es verdad, porque la idea
misma presupone una pérdida de voluntad
autoral, una abdicación de la intención. La principal responsabilidad del
novelista es crear sentido, y si de algún modo pudiera delegar esa función en
sus personajes por fuerza él mismo estaría eludiéndola.
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