De Stephen el Héroe, de James
Joyce, p. 146
Esos vagabundeos le llenaban de una
profunda cólera y cada vez que encontraba un grueso cura de negra sotana dando
un paseo de placentera inspección por aquellas madrigueras llenas de creyentes reptantes y en enjambres,
maldecía la farsa del catolicismo de Irlanda: una isla cuyos habitantes confían
a otros sus voluntades y sus mentes para poder asegurarse una vida de parálisis espiritual; una isla en que
todo el poder y las riquezas están al cuidado de aquellos cuyo reino no es de
este mundo; una isla en que César confiesa a Cristo y Cristo confiesa a César al mismo tiempo, para
engordar juntos a costa de una famélica plebe a la que se pide irónicamente que
tome este consuelo en el sufrimiento: «El Reino de Dios está dentro de vosotros
.
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