Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

COIME


Las muertas, Jorge Ibargüengoitia
1: Vida de Ticho contada por él mismo
CUANDO YO ERA CHICO los demás niños me tenían miedo. Mis padres me mandaron a la escuela, pero la maestra dijo que yo era demasiado grande y que podía dar mal ejemplo. Me pusieron a cargar piedras, sacos de arena, sacos de cemento. Una tarde le di un abrazo a un amigo y cuando lo solté se cayó al piso. Los que vieron lo que pasó dijeron que yo lo había matado. Por eso me llevaron a la cárcel. En la cárcel me pusieron a cargar piedras otra vez. Un día se murió el que cargaba muertos en el hospital y el doctor fue a la cárcel a buscar alguien que hiciera este trabajo. El director de la cárcel me mandó llamar y me dijo: “vete con este señor”. Diez años anduve cargando muertos de un lado para otro hasta que una mañana el doctor me dijo: “ya puedes irte”, y abrió la puerta del hospital. Yo salí a la calle y empecé a caminar. Llegué a la vía del tren y me fui siguiéndola. Caminaba de noche porque había luna. En el día me acostaba en una zanja y me dormía. Cuando veía una casa, me acercaba a la cocina -los perros a mí no me ladran-, me asomaba y les decía a las mujeres que estaban adentro, “tengo hambre”, y ellas sentían miedo y me daban de comer. Cuando llegaba a los pueblos pedía limosna, pero nadie me daba. Un día me quedé dormido en la banqueta que está afuera del mercado y cuando abrí los ojos doña Arcángela me estaba mirando. Con ella estaban dos muchachas que llevaban canastas. Doña Arcángela me dijo:
-Eres muy grandote, te ves muy feo y pareces muy bruto. Voy a darte un trabajo que te va a gustar.
Las muchachas se rieron.
Desde ese día fui coime. Mi obligación era sentarme en una silla y estar listo para lo que se ofreciera.

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