Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

EFECTOS


El aliado, Iván Repila, p. 192
¿Están satisfechas? Najwa hace un repaso mental de las microvictorias que han obtenido en este tiempo: las denuncias por abusos, maltrato o acoso sexual han bajado seis puntos, y lo siguen haciendo, gracias a las radicales políticas de visibilización de las consecuencias de la cultura del menosprecio y otras injusticias simbólicas: ya nadie se atreve a justificar o minimizar públicamente ninguna agresión contra las mujeres, y hacerlo es un delito; la gente ha empezado a entender que la violencia machista no es una consecuencia de la desigualdad, sino un pilar estructural del mundo que habíamos creado; se ha instalado una cierta normalidad en las calles, con mujeres que vuelven solas a casa sin sentir miedo, o sin cambiar el recorrido para evitar determinadas zonas; hay un fuerte sentimiento de pertenencia y de solidaridad, apoyado también por muchos hombres, que han comprendido, en su mayoría, hasta qué punto habían excluido, discriminado y desposeído de sus derechos a las mujeres, dándoles un estatus de sujeto sin atributos iguales a los suyos; en los bares, en las zonas de fiesta, en los espacios públicos casi han desaparecido las situaciones de acoso; de hecho, la creatividad se está imponiendo: cada vez hay más locales que indican claramente si en ellos está permitido flirtear o si son espacios para consumir sin molestias; se han puesto de moda las pulseras de colores para indicar las preferencias sexuales, el estado sentimental y la apertura o no a establecer contacto, y el “No es no” ha sido interiorizado de forma masiva; el respeto se ha convertido en un mantra, porque muchos hombres han asumido el conflicto que suponía para ellos la autonomía de las mujeres y lo han interiorizado en positivo; la idea de “consentimiento” se ha reformulado, incluyendo en ella parámetros esenciales como la necesidad y la desventaja social; la brecha salarial se ha reducido, o ha desaparecido, en la administración y las pymes; las cuotas obligatorias han modificado el discurso de los medios de comunicación, de los congresos y de los festivales; el trabajo en el hogar se ha constituido como epígrafe dentro del Impuesto de Actividades Económicas y se remunera con el salario mínimo. La ceguera de género ha dado paso a un despertar, todavía exiguo, de hombres comprometidos con la revolución. Las mujeres tienen más dinero, gastan más y visten como quieren: la economía lo nota, y la moda está viviendo una transformación que no se recordaba desde que llegaron los pantalones vaqueros. Sí: están moderadamente satisfechas.
-Todavía queda mucho por hacer -responde.

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