Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

CALENTAMIENTO GLOBAL


Tus pasos en la escalera, Muñoz Molina, p. 68
En internet he visto cauces de ríos alemanes que se han quedado secos por el calor extremo y la falta de lluvia. Ayer cerraron el aeropuerto de Hannover porque el calor había reblandecido tanto el asfalto de las pistas que los aviones no podían despegar ni aterrizar. En el telediario el locutor decía hoy, no sin jactancia, que este verano Lisboa está siendo la capital menos calurosa de Europa. A la caída de la tarde yo espero tomando el fresco en el balcón. El sol ya ha desaparecido de la calle pero dura todavía en el torreón de una quinta cercana y en la otra orilla del Tajo, en el Cristo sobre la colina. En los días sin bruma el agua del río se vuelve muy  azul a esta hora: azul metálico y oro de sol poniente, como en los atardeceres limpios del Hudson. La brisa del río mueve las copas de las palmeras y los cipreses en los jardines de las quintas, sobre las tapias muy altas, encaladas de rosa pálido, desbordadas por macizos de buganvillas. Igual que en el Hudson, algunos días la brisa trae un olor profundo de alta mar. Es ahora cuando empiezan a volar los vencejos y los murciélagos. Cuando yo era niño a los vencejos los llamábamos aviones. Entonces eran innumerables cada tarde, un alboroto de acrobacias entrecruzadas sobre los tejados, volando en círculos alrededor de las torres de las iglesias. Cuando uno de ellos chocaba con algo y caía al suelo se arrastraba penosamente con sus alas inútiles. Había niños crueles que los cazaban para atormentarlos. Había niños, me he acordado de pronto, que atrapaban murciélagos y les ponían en la boca una colilla de cigarro encendida. El murciélago chupaba con su reflejo de mamífero, soltando bocanadas de humo. Decían festivamente: “Los murciélagos fuman”. He leído que una de cada ocho especies de pájaros están en peligro de extinción en el mundo. Doscientos treinta millones de aves marinas han desaparecido en el último medio siglo. He leído que en treinta años no quedarán albatros volando sobre los océanos.

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