Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

SOBRE EL REINO DE REDONDA

De Aquella mitad de mi tiempo, de Javier Marías, p.364-365
SARAH FAY: Aparte de ser ciudadano español, es usted Rey de la isla de Redonda, una micronación de las Antillas. Creo que es la primera vez que The Paris Review entrevista a un soberano. ¿Cómo adquirió la corona?
JAVIER MARÍAS: Érase una vez, en el siglo XIX, un magnate naviero llamado Shiel que vivía en el Caribe, y que tenía ocho o nueve hijas, pero ningún hijo. Por fin acabó por tener un hijo varón, Matthew Phipps Shiel, que llegaría a ser escritor. En 1880, para celebrar el decimoquinto aniversario de su hijo, Shiel tomó posesión de la isla deshabitada de Redonda, que está cerca de Montserrat, y no muy lejos de Antigua. Organizó una ceremonia de coronación con un pastor metodista de Antigua, y así es como M. P. Shiel fue coronado rey de la isla. Hace poco me he enterado de que Redonda viene a ser el equivalente de Transilvania en Europa, lo que para una leyenda literaria resulta de lo más apropiado. Es un sitio muy rocoso y de difícil acceso. En tiempos, lo usaban de refugio los contrabandistas, y había leyendas que hablaban de la
presencia de bestias terribles, y de sucesos espantosos que allí habían tenido lugar. Poco después de ser coronado Shiel, al haberse encontrado en la isla yacimientos de fosfatos, Gran Bretaña decidió anexionarla. Supuestamente, los Shiel pleitearon con el gobierno británico durante años, hasta que por último, el Ministerio de las Colonias anunció que no se le iba a devolver la soberanía de la isla a nadie, y con mayor razón a un naviero perturbado o a un escritor, pero que no pondrían reparo a que Shiel usara el título de Rey de Redonda mientras éste, según especificaron, siguiera carente de contenido.
Con el tiempo, Shiel se instaló en Gran Bretaña, donde en su ancianidad tuvo ocasión de ayudarle otro escritor, el joven John Gawsworth. En 1947, a la muerte de Shiel, Gawsworth se convirtió en su albacea literario y heredero de sus derechos de autor. Gawsworth desarrolló una aristocracia intelectual, como fue llamada, nombrando duques y duquesas, entre los que se contaron Lawrence Durrell, Henry Miller y Dylan Thomas. Gawsworth fue una figura muy prometedora en su momento, empezó a publicar libros a los diecinueve años. Durante la guerra, combatió en la India, en Argelia y en Egipto, y de forma asombrosa, publicó libritos de poemas en todas partes, hasta en Calcuta. No alcanzo a entender cómo pudo hacerlo en plena guerra. Fue uno de los miembros más jóvenes de la Royal Society of Literature, y estaba en relación con la mayoría de las eminencias literarias de la época, desde Thomas Hardy a T. E. Lawrence. Pero Gawsworth cayó en la bebida, y pronto se quedó sin un penique. Tenía muchas deudas, con su casero y con taberneros, y empezó a venderle títulos a esa gente. Llegó a insertar un anuncio en The Times ofreciendo a la venta el título de Rey de Redonda.

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