Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 195. RETRATO DE UN HOMBRE INMADURO / LUIS LANDERO

¿Que si me había dormido? No, qué va, cómo me iba a dormir. Estaba acordándome, no sé por qué, de un anuncio que leí hace unos años mientras hacía cola en la panadería de Lucas. Decía así: «Impedido, Óskar, silla de medas a motor, ultraligera, con subebordillos, solicita asistente para manifestación guerra Irak», y un número de móvil. Media cuartilla mal rasgada de un cuaderno escolar, prendida con una chincheta en el panel de corcho y escrita con torpe y concienzuda caligrafla infantil.
Y recuerdo que al leer esas líneas, de repente sentí la llamada, la dulce e imperiosa llamada de la virtud, y el placer anticipado de convertirme en un hombre ejemplar. No era ni mucho menos la primera vez que me ocurría. Al contrario, ése ha sido siempre el signo de mi vida: la intermitencia, la indefinición, la mala salud psíquica, las bruscas alucinaciones de la identidad. Eso que en otros tiempos se llamaban crisis espiríniales. Le pondré un ejemplo cualquiera, más que nada porque mi desconfianza y mi ineptitud para el lenguaje abstracto me impiden abordar este asunto con cierta garantía intelectual.
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