Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

JM Y JB +

Un artículo de un emérito de la Yale University, ni más ni menos, dice una serie de cosas, cuando menos curiosas, casi lindezas, sobre Don Juan y el joven Marías. Lo gloso una mínima:

Javier Marías, nacido en 1951, ha vivido --siguiendo a su familia, primero, y después en forma independiente-- en Italia, Estados Unidos (Cambridge, Massachusetts), Inglaterra (Oxford). Es ahora propietario de un piso en la Plaza Mayor de Madrid.

No, no es en la Plaza Mayor; es, creo, en la Plaza de la Villa.

La mayor parte de los críticos que se han ocupado de Javier Marías han relacionado su obra con la de su amigo y mentor, casi su ídolo, el autor de Volverás a Región, Juan Benet. Yo difiero, en parte. Creo más importante el que Marías haya traducido la interesante y compleja novela (¿o quizá no es novela?) del autor inglés del siglo XVIII, Lawrence Sterne. Sterne escribe en forma ligera, humorística, un relato lleno de zigzags subjetivos, de novedades tanto estilísticas como, incluso, tipográficas. Las digresiones son tan abundantes que ahogan, casi, el relato. Hay páginas en blanco, párrafos que terminan en líneas de asteriscos. Y, sobre todo, lo que vemos en la novela son las caprichosas evoluciones y asociaciones de ideas en la mente del autor. Sterne es siempre imprevisto, improvisado, aéreo. En cambio, Benet escribe en forma casi impenetrable, en un lenguaje plúmbeo que recuerda el informe de un geólogo, o geógrafo, o agrimensor, o quizá ingeniero (creo que lo era), y sus personajes no se revelan, más bien emplean lenguaje y léxico inadecuados a su formacion cultural, que los hacen más impenetrables. No sabemos en qué parte de España transcurren sus novelas, en qué años, cómo son en realidad sus personajes. La incertidumbre, la imposibilidad de llegar al fondo de la realidad, es quizá el mensaje central de toda su obra.Sterne, por otra parte, es mucho más jovial, abierto, simpático; nos remite a Cervantes, con quien comparte el espíritu humorístico, burlón, y una incertidumbre inicial (en efecto, nos dice Cervantes en el Quijote, ¿cómo confiar en un historiador árabe, ya que todos ellos son mentirosos, y quizá mal traducido?)De todos modos, el ambiente y los personajes de Marías difieren del ambiente y los personajes de Benet. Yo diría que los personajes de Marías son más conscientes y más civilizados que los de Benet. No me imagino a Benet describiendo una cena en Oxford en que cada personaje es consciente de la mirada exploradora y significativa de los demás. Ambos escritores, desde luego, viven en una época post-kantiana, en que algo sabemos de las incertidumbres señaladas por Heisenberg y la física cuántica, y también, en aspectos más vecinos a las humanidades, las borrosas fronteras del arte, la política, la psicología y la sociología de la postmodernidad (llamada, de otro modo, la confusión total, la falta de principios y de metas que caracteriza nuestro tiempo, y sin duda se refleja, o se define, en nuestras literaturas). Además, Marías se inspira con frecuencia en el cine,y las películas siempre, o casi siempre, tienen una estructura que, tan antigua que nos remite a Aristóteles y su Poética, tiende a organizar lo que ocurre a base de un conflicto que incluye una presentación, un desarrollo, y un desenlace, lo cual hace que las novelas de Marías sean más inteligibles que las de Benet.

Era ingeniero, Don Juan, de Caminos, Canales y Puertos; sus estudios los glosa en algunos libros. Perfecto el pecio de "Otoño en Madrid...."


Ahora, en la novelística española contemporánea, pensemos en novelas tan valiosas como Mazurca para dos muertos, de Camilo José Cela, en que la presencia del autor resalta en cada página, formulando preguntas que contestará (o no) más tarde, manipulando discreta o abiertamente al lector, y también El balneario de Carmen Martín Gaite, y, claro está, Volverás a Región y Herrumbrosas Lanzas, de Juan Benet, a quien es indispensable citar en este caso, si bien los lectores de este ensayo ya se habrán dado cuenta de que Benet no me gusta nada, en absoluto. (Creo, incluso, que hay libros, o más bien novelas, que es peligroso leer: si, por ejemplo, leemos la "novela" de James Joyce, Finnegans Wake, e inmediatamente leemos Volverás a Región, de Juan Benet, y sobre todo si al mismo tiempo estamos escuchando música de Philip Glass, nos colocamos al borde del suicidio.)

Hombre, tanto como suicidio; pues no creo...

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