Se piensa en esos postulados que sirven para caracterizar a los pueblos y para dar una base a la política, y mientras quedan vagos y sin detalles, en calidad de lemas, se sostienen; pero cuando se los quiere contemplar en sus detalles, van perdiendo los contornos, y muchas veces se advierte que no son más que palabras.
Si fueran realidades, el mundo
conocido estaría ya catalogado corno un herbario, y no daría sorpresas corno
las va dando constantemente.
El español es de este modo; el
francés, de este otro; el italiano es así, y el inglés, de esta manera. Todo
ello es mucha fantasía, y constantemente se están haciendo rectificaciones.
Hay un libro de A. Fouillée,
titulado Esquisse psychologique des peuples européens, que quiere ser
aclaratorio y definidor, con una petulancia muy francesa; pero a mí no me parece
que tenga ninguna exactitud, y creo que se puede afirmar lo contrario de lo que
afirma el autor, casi con las mismas garantías.
El mundo quizá fuera más monótono
de lo que es si se supieran con seguridad las reacciones de los pueblos; pero, en
cambio, cada país tendría más seguridad en sus ideas y en sus actos. La nación
sabría su especialidad, y cada provincia sabría la suya dentro de la nación.
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