Familia, infancia, juventud, Pío Baroja, p. 46
En el norte, y sobre todo en el
País Vasco, solo hay hidalguía, es decir, idea racista y psicológica, no social
y decorativa.
En la hidalguía hay un hecho
real, que es la raza, aunque esta no se reconozca a fondo; pero ella existe. Ahora
la genealogía tiene menos valor; es más social que biológica, y las
consecuencias que se puedan sacar de ella son más aleatorias.
Sobre esta cuestión de la nobleza
se cuenta que un señor vascofrancés, que se llamaba Sagasti y Polloe, se
estableció en San Sebastián de cerero, y con sus velas y el chocolate y sus
cirios para las iglesias y los caramelos para los chicos hizo una fortuna.
Este señor tuvo varios hijos, y
el mayor fue marino y músico y compuso una Misa de Réquiem que estaba bien. Después
pretendió ser alcalde de San Sebastián; pero, al parecer, en esa época, para
ser alcalde o regidor se necesitaba tener una ejecutoria de nobleza.
Entonces un escribano, Legarda,
le resolvió la cuestión fácilmente.
En el sitio del cementerio de San
Sebastián que se llama Polloe existía, al parecer, una ruina de una casa fuerte
o castillo con este nombre. El escribano Legarda hizo que se pusiera una larga
escalera sobre la ruina. El señor Sagasti y Polloe subió unos cuantos
escalones, y después Legarda le mandó que los bajara.
Luego el escribano redactó un
documento afirmando que el señor Sagasti descendía en línea recta de la casa
fuerte de Polloe. Y era verdad; lo que permitió al marino músico ser alcalde de
San Sebastián.
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