Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 342. LA HABITACION OSCURA / ISAAC ROSA

No te quedes ahí. Vamos, entra, ya estamos todos. Tras a cortina, la puerta: está abierta, solo tienes que empujarla, mientras en tu espalda pesa la tela que se cierra dejando atrás la escasa luz del pasillo. La puerta cede sin esfuerzo, yal avanzar un par de pasos sientes que la  oscuridad se ha solidificado en tu cara, áspera, pero no: es el segundo cortinaje, que pende de una barra en semicírculo para no entorpecer el recorrido de la puerta. Parece una exageración, dos cortinas, pero solo así estamos seguros de que no se filtra ni una aguja de claridad cada vez que alguien entra o sale de la habitación oscura. Es un paño corrido, deja de manotear para abrirte paso: solo puedes franquearlo por los laterales, a la manera en que accedes a un templo. Una vez dentro buscas referencia en la pared más próxima: apoyas la mano en la   superficie mullida. Desde ahí puedes continuar por el perímetro, sin soltar el tabique; o dar unos pasos hacia el centro de la estancia, con las manos adelantadas. No hay riesgo de chocar con ningún mueble, ya lo sabes, todo el mobiliario se limita a tres colchones alineados en la pared del fondo y un par de sofás en los laterales.

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