De Herzog, de Saul Bellow, p. 233-234
Apreciado doctor Schrodinger: En ¿Qué es la vida? dice usted que en toda la Naturaleza, sólo el hombre vacila antes de causar daño. Como quiera que la destrucción es el gran método mediante el cual produce la Naturaleza nuevos tipos, el no querer causar dolor puede ser un deseo humano de impedir que se cumpla la ley natural...
[…]
En las observaciones que hace usted sobre la entropía... es decir, cómo se mantiene el organismo contra la muerte o, como dice usted, contra el equilibrio termodinámico... Por ser una organización inestable de materia, el cuerpo está siempre amenazando con abandonarnos. Se marcha. Y esto que digo es verdad; es el cuerpo
el que desaparece y no nosotros, no yo. Mientras este organismo
capaz de conservar su propia forma y sacar lo que necesita de su ambiente, atrayendo una corriente negativa de entropía, o sea, el ser de otras cosas que él usa, devolviendo el residuo ai mundo en una forma más simple. Estiércol. Desechos nitrogenados. Amoníaco. Pero la resistencia a causar dolor unida a la necesidad de devorar.., el resultado es muy peculiar de la humanidad y consiste en admitir y negar, al mismo tiempo, los males. O sea, se lleva una vida humana y al mismo tiempo una vida inhumana. En realidad, se quiere tenerlo todo y se combinan todos los elementos con inmensa ambición. Morder, tragar y, al mismo tiempo, compadecerse del alimento. Tener sentimientos y, a la vez, comportarse brutalmente. Se ha sugerido (y por qué no?) que nuestra resistencia a causar dolor es en realidad una forma extrema, una deliciosa forma de sensualidad y que aumentamos la lujuria inyectándole preocupación moral. De modo que así actuamos en dos direcciones contrarias a la vez. in embargo, no se pueden negar las realidades morales, le aseguró Herzog al mundo entero mientras tiraba de la correa del veloz coche para no perder el equilibrio. Y es tan seguro que existen esas realidades como las moleculares y atómicas.
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