1. Yo soy el que soy
Yo no soy un lector de Franz
Kafka, yo soy su enamorado.
Con mucha probabilidad, yo no me
habría convertido en escritor si no hubiera leído a Franz Kafka, o si la obra de
Franz Kafka no existiese. Si intento borrar la obra de Kafka de mi alma, me
quedo sin vocación literaria. No me interesa la literatura si Kafka no es el
dueño de la literatura. Lo cual no es un agradecimiento que yo quiera
manifestar aquí a modo de elogio de la obra de Kafka, sino más bien una
recriminación cuyas consecuencias ignoro, pero me aventuro a pensar que tal
vez, de no existir la obra de Kafka, tampoco existiría la mía, y ese
desvanecimiento o desaparición de cientos de páginas escritas hoy me parece deseable e incluso decente.

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