Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.565. LA FORJA DE UN PLUMIFERO / SANCHEZ FERLOSIO


Tengo la convicción de que al menos desde la adolescencia fui el predilecto de mi padre, en lo que pudo influir nuestro vicio común de manejar la pluma, aunque él nunca llegó a los extremos patológicos de grafomanía que he alcanzado yo. Tendría yo 17 o 18 años cuando un día irrumpe en mi cuarto y, sin más preámbulos, me espeta: “Rafael, ¿tú crees que se puede escribir gémula iridiscente? ¡Gémula iridiscente"!». Era de Ortega. Antes de la guerra mi padre había sido, con José Antonio Primo de Rivera, Ruiz de Alda, creo que Fernández Cuesta y algún otro más joven, como Alfaro, o menos relevante, fundador de la Falange; ya entonces se reía de la pasión que por Ortega (involuntario precursor de la Falange) demostraba Primo de Rivera, y, como éste tenía, creo que sobre la chimenea de su despacho de la calle de Serrano, un retrato dedicado del ínclito filósofo, mi padre se burlaba de José Antonio, señalando el retrato y diciendo: «¡ La estampita, la estampita!».


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