Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LA VERDURIN


Proust, novela familiar, p. 66

Mucho antes de visitar el palacete Murat, Proust había frecuentado asiduamente otro salón, el de Madeleine Lemaire, pintora de rosas y personalidad de la flor y nata parisina que pasó a la posteridad por haber inspirado el personaje de la señora Verdurin. De abril a junio, «la Jefa» recibía los martes en un palacete muy exiguo en el que se apretujaban gente de mundo y artistas en boga, una concurrencia cuya principal característica era el abigarramiento y donde estaban vetados los «pelmas». Ese lugar iba a ser determinante en la vida de Proust. Madeleine Lemaire protege desde muy pronto los amores entre Marcel Proust y el compositor Reynaldo Hahn, que actúa con regularidad en su casa de París o en el palacio de Réveillon. Para Proust es una sustituta de su «madre legal», la llama su «Hermosa Madrina», y en 1896 le encomienda las ilustraciones de su primer libro, Los placeres y los días. «Dejando aparte la familia, es, de todos los seres vivientes, quien más ha hecho por mí», reconocerá más adelante el escritor, en una época en que el vínculo se había debilitado un tanto. Fue en el salón de Madeleine Lemaire donde conoció, entre otras personas, a Robert de Montesquiou, a quien tanto le debe Charlus, y también fue allí donde por lo visto oyó por primera vez la Sonata en re menor para piano y violín de Camille Saint-Saens, uno de los modelos de la frasecita de Vinteuil.

 

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