Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.556. EN PRIMAVERA / KO KNAUSGARD


No sabes lo que es el aire, y sin embargo respiras. No sabes lo que es el sueño, y sin embargo duermes. No sabes lo que es la noche, y sin embargo reposas en ella. No sabes lo que es el corazón, y sin embargo late regularmente en tu pecho, día y noche, día y noche, día y noche.

Has cumplido tres meses de vida y ya pareces envuelta en rutinas mientras reposas en un lecho de lo mismo día tras día, porque no tienes un capullo como las larvas, una bolsa como los canguros o una guarida como los tejones o los osos. Tienes el biberón de leche, el cambiador con los pañales y las toallitas, el cochecito con la almohada y el edredón, y tienes los grandes cuerpos de tus padres. Rodeada de todo esto creces tan despacio que nadie lo percibe, menos que nadie tú misma, porque primero crecerás hacia fuera, al agarrar y fijar lo que hay a tu alrededor con las manos, con la boca, con los ojos, con los pensamientos, que así se crean, y, por fin, cuando hayas hecho esto durante unos años, y el mundo esté establecido, empezarás a descubrir lo que te agarra, y crecerás también hacia dentro, hacia ti misma.

¿Cómo es el mundo para un recién nacido?

Luminoso, oscuro. Frío, caliente. Blando, duro.


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