La invención de todas las cosas, Jorge Volpi, p. 156
Como han estudiado George Steiner
en Antígonas. La travesía de un mito universal para la historia de Occidente
(1984) y Rómulo Pianacci en Antígona, una tragedia latinoamericana (2015), su
mito compendia los mayores conflictos de la humanidad: el poder frente al
individuo; el Estado frente a la familia; la mujer frente al hombre; la
juventud frente a la vejez. Redescubierta en el siglo XVI, es en los albores
del Romanticismo cuando comienza a ser vista no solo como la tragedia ideal,
sino como una de las joyas artísticas más perfectas jamás creadas.
Cada época se construye su
Antígona. La imaginación revolucionaria del siglo XIX resalta su condición de
acompañante de la revolución y su posición de hermana mientras sublima sus rasgos
eróticos; los románticos se concentran en su carácter fantasmagórico y su muerte
en vida; y el fin-de-siecle se decanta por su carácter mórbido e irracional y
su demencia, luego diagnosticada como histeria. El psicoanálisis provoca un
desplazamiento de su primacía en favor de Edipo, si bien, tras el trauma de la Gran
Guerra, reaparece como encarnación de los sobrevivientes. Más adelante, señala
con dedo flamígero la barbarie nazi y el Holocausto. La segunda mitad del siglo
XX la pinta, con tintes marxistas o existencialistas, como la rebelde por
antonomasia, sola frente al poder desnudo, mientras la crítica feminista
apuntala su enfrentamiento con el patriarcado y la naturaleza disruptiva de su
discurso y su sacrificio.

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