Canon de cámara oscura, Vila-Matas, p. 14
No puedo dejar de recordar lo
osado que era yo uando me movía en el
círculo de Altobelli, tal vez creía que me protegía él. Por ahí también se
movía Violet, que debe de recordar que en aquellos días se decía de mí que era
autista. No lo era, pero es cierto que en mis primeros años de ayudante de
Altobelli, podía parecerlo. Andaba descomunicado del mundo de la gente
corriente y tenía una marcada tendencia a decir en todo momento, sin filtro
alguno, lo que pensaba. Era un alma libre, pero no un autista. Pasar por un
autista me facilitaba las cosas, porque me permitía decir todo lo que pasaba
por mi cabeza.
Me ocurría lo que hará unos meses
vi reflejado en la atípica serie Dinosaur, escrita por una autista con un talento
magnífico para darle la vuelta a todo y hacernos ver lo exageradamente ficticia
que es la vida de cualquier neurotípico, esto es, de cualquier persona de las
que se considera normal. Porque todos fingen todo el rato y lo que sucede es
que jamás pueden ser ellos mismos, y a su manera, están tremendamente encerrados
en algo que no existe y que tiene todo el aspecto de, en el fondo, no tener
sentido alguno. Hablo del mundo, claro.

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