Calle Londres 38, Philippe Sands, p. 98
El relato era inventado, pero,
como la Colonia, no lo era del todo. La casa que avivara la imaginación de
Bolaño existió realmente. Se trataba de «una historia verídica», diría Bolaño. “Lo
repito: esto no es un cuento, es real, ocurrió en Chile durante la dictadura de
Pinochet, y más o menos todo el mundo [ ... ] lo sabe.”. Bolaño había conocido
la historia en un artículo de Pedro Lemebel, publicado en 1994, sobre una casa
de Santiago, situada en el número 4925 de la Vía Naranja, donde se celebraban
tertulias literarias. Allí vivía el auténtico «James Thompson»: Michael
Townley, el agente de la DINA que asesinó a Carlos Prats y Orlando Letelier.
Este estaba casado a su vez con la auténtica «María Canales»: Mariana Callejas,
que escribía relatos breves y organizaba tertulias literarias en la vivienda. Uno
de sus relatos, «¿Conoció usted a Bobby Ackermann?», gan6 un premio literario
que convocaba el diario El Mercurio.
En la casa de Townley y Callejas
hubo personas reales retenidas, torturadas, asesinadas y desaparecidas sin
dejar rastro. El «funcionario español» no era otro que Carmelo Seria, el
diplomático de la ONU reconvertido en la novela de Bolaño en funcionario de la
UNESCO. Fue aquí, en esta casa -me contó Carmen Seria-, donde a su padre le
partieron el cuello apoyándolo en un escalón. Aquí, en el sótano, la DINA puso
en marcha el Proyecto Andrea, en el que el químico Eugenio Berríos desarrolló
gas sarín para eliminar a los opositores de Pinochet. Se rumoreaba asimismo que aquí se roció con
gas a Seria, en presencia de un inmigrante cubano que solo dos meses después se
vería involucrado en el asesinato de Letelier.

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