INICIACIÓN
La mesa la pusieron en mitad de
la nada, en un lugar de paso, sin ventanas. Sonaba un ronroneo constante, quién
sabe de qué aparato o cosa. Dejé el bolso y la carpeta encima de la mesa, el chaquetón en el respaldo de la silla
y me senté a esperar tal corno me había indicado el ordenanza. Allí en medio,
entre sombras, solo se oía el ronroneo, nada más, y sus mínimas variaciones
cada pocos segundos, corno un cuerpo asfixiado cogiendo a duras penas bocanadas
de aire. Frente a mí, la pared color crema; a la izquierda, el recodo que
llevaba a los despachos; a la derecha, la puerta doble con ojos de buey por la
que yo acababa de entrar. Era una mañana fría de invierno, apenas había
amanecido, la luz me hizo pensar en la textura porosa de la cera. Tuve la sensación
de haberme colado en un edificio vacío. De estar ocupando ese sitio por error.
Había un ordenador sobre la mesa,
con su teclado y su ratón. Un ordenador no muy nuevo, amarilleado por el tiempo,
con pegatinas corporativas y una etiqueta con un código de barras. Tras unos
minutos de indecisión, pulsé el botón de arranque. La pantalla se tiñó de azul,
luego de blanco y al final de un brillante tono verde manzana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario