Diálogos, Borges Ferrari, p. 362
-Pero en relación con eso, otro rasgo de ella pareció ser el
coraje; hay que acordarse de las llamadas telefónicas.
-Sí, yo recuerdo que la llamaron una vez por teléfono, y una
voz debidamente grosera y terrorista le dijo: "Te voy a matar, a vos y a
tu hijo". "¿Por qué señor?", le dijo mi madre, con una cortesía
un tanto inesperada. "Porque soy peronista''. "Bueno", dijo mi
madre, "en cuanto a mi hijo, sale todos los días de casa a las diez de la
mañana. Usted no tiene más que esperarlo y matarlo. En cuanto a mí, he cumplido
(no me acuerdo qué edad sería, ochenta y tantos años); le aconsejo que no
pierda tiempo hablando por teléfono, porque si no se apura, me le muero
antes". Entonces, el otro cortó la comunicación. Yo le pregunté al día siguiente:
"¿Llamó el teléfono anoche?". "Sí", me dijo, "me llamó
un tilingo a las dos de la mañana'', y me contó la conversación. Y después no
hubo otras llamadas, claro, estaría tan asombrado ese terrorista telefónico,
¿no?, que no se atrevió a reincidir.
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